Mujeres de CCOO a la Confederación Sindical..
Desde las distintas estructuras de CCOO se están llevando a cabo
actos, editando guías y documentos y firmando convenios y acuerdos que
marcan directrices sindicales y de negociación colectiva en los que se
trata de diversidad sexual y género desde una determinada perspectiva.
Las posturas no podemos decir que estén cercanas
en estos asuntos y
por ello vemos con preocupación que todo esto se esté desarrollando con
una firmeza de criterio sindical inalienable y que colisiona de lleno
con tesis feministas que no nos son propias y que han dirigido y dirigen
el trabajo sindical por la igualdad entre mujeres y hombres que es seña
de identidad de CCOO como sindicato feminista.
Con este documento que presentamos para su firma y apoyo a hombres y
mujeres afiliadas a CCOO queremos trasladar a las estructuras de nuestra
Confederación un punto de vista que muchas de nosotras compartimos y
que debe ser tenido en cuenta.
Sobre la reafirmación de los derechos de las mujeres basados en el sexo,
incluidos los derechos laborales y la lucha contra todas las
discriminaciones y violencias que sufrimos por el mero hecho de serlo.
Queremos llamar la atención sobre el hecho de que desde el sindicato, y a
raíz de las alianzas con otras organizaciones y bajo el paraguas de la
diversidad, se están difundiendo los principios de teorías que
impactan sobre los derechos de las mujeres y se están incorporando como
base para articular la negociación colectiva sin ningún análisis
colectivo.
Este hecho se constata en los contenidos de la multiplicidad de
guías, convenios, manifiestos y jornadas de sensibilización que se están
realizando en estructuras de rama y territorios sobre la diversidad de
género. Las propuestas de estos documentos se fundamentan en la
afirmación de que la identidad de género, concepto totalmente subjetivo,
individual, mutable e incomprobable, es prevalente e innato frente al
sexo biológico, hecho del que se niega su existencia y del que se afirma
que es algo asignado al nacer.
Para ser consecuentes con estos planteamientos, se transforma el
lenguaje de forma que desaparece la palabra sexo y se utiliza género en
su lugar creándose una gran confusión terminológica, desaparece la
palabra mujer (categoría que nos define, basada en el sexo) salvo cuando
se trata de mujeres trans, y se buscan circunloquios para denominar los
acontecimientos relacionados con la naturaleza sexual de las mujeres,
como todo lo relativo al embarazo y la maternidad, de ahí que se hable
de personas gestantes.
No podemos minimizar y mucho menos invisibilizar la realidad, el
hecho obvio de que, además de diversidades sexuales, existen hombres y
existen mujeres y que, aun cuando la biología no sea un destino o un
objetivo, no es una fábula ni una invención. El sexo, independientemente
de la orientación sexual y de género, es lo que condiciona que a las
mujeres, por nuestra capacidad de reproducir la especie, se nos
encasille en roles estereotipados y se nos relegue a la subalternidad en
todas las latitudes y sistemas sociales.
Anular el concepto sexo y sustituirlo por la noción de género,
entendida como una autopercepción individual y emocional sin ninguna
connotación política, tendrá como consecuencia el debilitamiento hasta
su anulación de las iniciativas sindicales que pretenden la igualdad
entre mujeres y hombres. Si trabajamos con perspectiva de género
(feminista) es para desactivar los mecanismos y estereotipos sociales
que impiden que las mujeres desarrollen sus capacidades y accedan a
todas las esferas sociales en igualdad de trato y oportunidades con
respecto a los hombres.
Si relativizamos y conceptualizamos el género como un rasgo
identitario de los individuos que debe ser reivindicado, en vez de
hacerlo como una construcción social, un sistema de opresión que define
roles que discriminan a la mujer y que hay que superar para alcanzar la
igualdad de trato y oportunidades entre hombres y mujeres, estaremos
alterando los principios desde los que actuamos y eso requiere, cuando
menos, de un debate profundo, ya que confusión entre sexo y género lleva
a la erosión de los logros alcanzados por las mujeres durante décadas,
desde luego también en el ámbito laboral. El concepto “identidad de
género” convierte los estereotipos socialmente construidos, que
organizan y mantienen la desigualdad de las mujeres, en condiciones
innatas y esenciales, socavando así los derechos de las mujeres basados
en el sexo. Muchos de estos derechos conseguidos con años de
reivindicaciones y luchas obreras, sociales y políticas.
Lo fluido de la identidad de género tiene consecuencias de desprotección
de la mujer víctima si hablamos de violencia machista, socava los
derechos de las madres, pone en peligro la seguridad y la efectividad de
las medidas especiales diseñadas para eliminar desigualdades
estructurales y las violencias sufridas por las mujeres.
No podemos permitir que el sujeto-mujer quede relegado a ser una más
de las variantes de la diversidad. A las mujeres no se nos puede pedir
que renunciemos a nuestra identidad social, ni que releguemos nuestras
reivindicaciones de igualdad de trato y oportunidades a favor del
reconocimiento de un grupo social. Debemos encontrar una forma de seguir
luchando por el reconocimiento de los derechos de las personas
trans/lgtbi desde su identidad como tales, sin que ello suponga el
borrado simbólico de las mujeres, ni superponer su modelo de afirmación
identitaria como colectivo sobre las estrategias que pretenden
contrarrestar el corsé de las imposiciones de los roles de género.
Desde estos planteamientos, creemos que CCOO debe realizar un
profundo análisis del impacto que pueden tener sobre los derechos de
las mujeres y las niñas las propuestas que se defienden como
organización a nivel legislativo, como el proyecto de ley estatal de
identidad sexual y de género.
CCOO, asumiendo la diversidad y sin desviarnos del objetivo de
resolver la desigualdad y la opresión que las mujeres sufrimos, debe
conservar la independencia en la configuración de sus propuestas y
revisar las medidas y planteamientos que hace en torno a la diversidad
de género, sin sucumbir al subjetivismo y a la política de la
satisfacción de los deseos, uniendo libertad a derecho, y desde una
perspectiva conectada con la realidad material que cuestione las
estructuras de poder subyacentes a los estereotipos sexuales.
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Publicado en Tribuna Feminista
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