Eso está muy bien, igual que globalizamos los recortes y la pobreza, hacer defensa de derechos en plan transfronterizo es un logro social.
Hace una redefinición del concepto de trabajador para adaptarlo a las nuevas relaciones laborales. Es una regulación del trabajo y no del empleo.
Es Guay. Habla de derechos de horarios, de información, define el trabajo por cuenta ajena en el momento de uberización del trabajo en el que estamos. Todo bien y para algunos países supone un paso de gigante en derecho laboral.
Peroooo..., SÍ, hay un pero.
Se ha excluido a las trabajadoras del hogar, de forma UNÁNIME.
Quedan excluidas en, por ejemplo, obtener mayores garantías si llevan 6 meses con el mismo empleador, derecho que se reconoce para el resto de personas, pero no para ellas.
Es inadmisible. El trato a estas mujeres, empleadas del hogar y de cuidados, es el ejemplo de dónde nos quiere la sociedad. Mujeres que cuidan de nosotrxs, de nuestro hogar, nuestrxs hijxs, para que podamos desarrollarnos como personas en el trabajo y en la sociedad. Un empleo invisible, mal remunerado, sin protección y en muchos casos en situación de abuso sobre todo en el caso de las llamadas internas y más aún si son migrantes. Abuso laboral de la clase desprotegida, mujeres que están donde algunos nos quieren a todas, criando y cuidando de la prole para que el gobierno lo lleven otros.
Hay mucho cinismo en esta actitud de los países de la UE. España no acaba nunca de ratificar el Convenio de la OIT 189 que dice algo tan descabellado como estas mujeres tengan derecho a desempleo, por ejemplo.
Ya lo dijo Ana Mato: "Mi mejor momento del día está lleno de emoción y ternura, y es cuando veo cómo visten a mis hijos todas las mañanas"
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